No al voto electrónico
Me encuentro un articulo de Fernando Herrera en Libertad Digital sobre el voto electrónico que no puedo evitar comentar sorprendido dada la natural desconfianza liberal hacia el Estado.
Fernando parece olvidar que el voto presenta una serie de características que complican enormemente la realización del proceso por medio de sistemas electrónicos. El primer escollo que nos encontramos es el secreto. Que el voto sea, afortunadamente, secreto complica enormemente la auditoria del proceso. Cuando uno hace una transferencia a su casero por Internet todo queda registrado, el importe, las cuentas origen y destino, la hora... si el dinero no llega tu casero te avisará y será posible reclamar y averiguar el problema. Pero ¿como descubrir un problema cuando los pagos son anónimos y el casero recibe miles de transferencias?
Además las nuevas tecnologías de la información permiten explotar las vulnerabilidades de forma masiva y sencilla. Como todo mecanismo de identificación la seguridad proporcionada por un DNI se puede superar. Suplantar a miles de personas en un colegio electoral falsificando DNIs sería una labor increiblemente complicada pero suplantar a miles de personas por medios telemáticos es algo mucho más sencillo. A un cajero de un banco no le compensa robar un centimo en cada transacción, sería un proceso lento y poco lucrativo, pero conseguir que el sistema del banco desvie un centimo en cada transacción puede ser un negocio millonario.
Hacer acto presencial frente a una mesa electoral, identificarse y depositar el voto en una urna (el voto por correo es otra historia) es un proceso sencillo que deja una traza clara en forma de papeleta. Una máquina que contabiliza votos y deja trazas de forma electrónica es un sistema mucho más complejo y oscuro. Cualquiera puede comprobar que una urna no tiene truco o contar papeletas pero no cualquiera puede auditar un sistema de voto electrónico. La papeleta, por tanto, puede ser un despilfarro de papel pero sin duda es un eficaz "log del sistema".
Por último resaltar que mientras la banca o el comercio electrónico dependen completamente de la confianza de sus usuarios un sistema electoral bajo sospecha, como se ha visto en Venezuela o EEUU, no estaría, precisamente, abocado a la ruina.
Desde luego, el voto electrónico tiene mi voto en contra, y que sea, por favor, presencial y con papel.
Actualización: Parece que Daniel también vota en contra:
Lo cierto es que por internet podemos realizar transacciones de las más importantes que nos imaginemos, en las que está en juego nuestro dinero y patrimonio. Podemos comprar prácticamente de todo, desde una entrada de teatro a una casa; podemos apostar a juegos de azar; podemos realizar cualquier tipo de operación bancaria... si hasta nos podemos arruinar en Bolsa. Y, sin embargo, no podemos votar.
Fernando parece olvidar que el voto presenta una serie de características que complican enormemente la realización del proceso por medio de sistemas electrónicos. El primer escollo que nos encontramos es el secreto. Que el voto sea, afortunadamente, secreto complica enormemente la auditoria del proceso. Cuando uno hace una transferencia a su casero por Internet todo queda registrado, el importe, las cuentas origen y destino, la hora... si el dinero no llega tu casero te avisará y será posible reclamar y averiguar el problema. Pero ¿como descubrir un problema cuando los pagos son anónimos y el casero recibe miles de transferencias?
Además las nuevas tecnologías de la información permiten explotar las vulnerabilidades de forma masiva y sencilla. Como todo mecanismo de identificación la seguridad proporcionada por un DNI se puede superar. Suplantar a miles de personas en un colegio electoral falsificando DNIs sería una labor increiblemente complicada pero suplantar a miles de personas por medios telemáticos es algo mucho más sencillo. A un cajero de un banco no le compensa robar un centimo en cada transacción, sería un proceso lento y poco lucrativo, pero conseguir que el sistema del banco desvie un centimo en cada transacción puede ser un negocio millonario.
Hacer acto presencial frente a una mesa electoral, identificarse y depositar el voto en una urna (el voto por correo es otra historia) es un proceso sencillo que deja una traza clara en forma de papeleta. Una máquina que contabiliza votos y deja trazas de forma electrónica es un sistema mucho más complejo y oscuro. Cualquiera puede comprobar que una urna no tiene truco o contar papeletas pero no cualquiera puede auditar un sistema de voto electrónico. La papeleta, por tanto, puede ser un despilfarro de papel pero sin duda es un eficaz "log del sistema".
Por último resaltar que mientras la banca o el comercio electrónico dependen completamente de la confianza de sus usuarios un sistema electoral bajo sospecha, como se ha visto en Venezuela o EEUU, no estaría, precisamente, abocado a la ruina.
Desde luego, el voto electrónico tiene mi voto en contra, y que sea, por favor, presencial y con papel.
Actualización: Parece que Daniel también vota en contra:
Ese requisito del secreto hace que el voto electrónico, por más que el recuento sea instantáneo, sea mucho más vulnerable al fraude que el emitido con papel.