domingo, abril 10, 2005

Incoherencias

Siempre me ha llamado la atención el incoherente pensamiento calificado como nacionalista de izquierdas. Extraño engendro ideológico cuyo éxito fuera de España desconozco pero que hace furor en algunas comunidades autónomas.

No voy a criticar hoy lo paradójico de un movimiento nacionalista de izquierdas. A fin de cuentas el totalitarismo nunca se ha caracterizado por su racionalidad si no por su demagogo recurrir a las más bajos instintos. Es por ello que no voy a hablar del carácter internacionalista de los movimientos de izquierdas sino de su falta de solidaridad. O, más bien, de la insistencia de algunos de descalificar a estos grupos tildándolos de insolidarios.

Como tantas veces se ha dicho, la solidaridad forzosa no es tal, si no que es puro abuso y robo. Es por ello que siempre me ha chocado el uso que utilizamos desde la libertad de esta insolidaridad de la izquierda nacionalista. En lugar de defender la postura, contraria a la redistribución de la renta, se la ha criticado, colaborando pues, desde posiciones liberales, a perpetuar el mito antiliberal de la solidaridad “impositiva”. Cosa diferente es la frecuente búsqueda por parte de los nazionalistas de un trato preferente como el inaceptable “cupo vasco”.

De igual forma que la redistribución entre personas desincentiva el progreso, la redistribución entre regiones o países produce los mismos efectos. Andalucía, Extremadura, Galicia o Asturias deberían preocuparse por reducir sus impuestos y dejar de molestar a sus ciudadanos con sus locos intervencionismos en lugar de reclamar la solidaridad de Cataluña o Madrid frenando el desarrollo de estos dos grandes motores.

En palabras de Hayek: "La circunstancia de que los pueblos occidentales dispongan de más riqueza que los demás países tan sólo en parte es debida a una mayor acumulación de capital. La primacía se la ha dado principalmente la utilización más efectiva del conocimiento. Pocas dudas caben de que las perspectivas de los más pobres y “subdesarrollados” países que hoy se hallan en camino de alcanzar el presente nivel de Occidente son mucho mejores de lo que habrían sido si aquellos pueblos no hubieran realizado tan denodados esfuerzos por situarse a la cabeza. Y, lo que es más, tales perspectivas son mejores de lo que serían si alguna autoridad mundial... se hubiese preocupado de que ningún país destacase del resto, asegurando en cada etapa una distribución por igual de los beneficios materiales en todo el mundo. Los pueblos occidentales no sólo son más ricos porque están más adelantados en conocimientos tecnológicos, sino que poseen conocimientos tecnológicos más adelantados porque son más ricos. Ese libre don del conocimiento, que les ha costado mucho conseguir a los que se hallan a la cabeza, facilita a quienes les siguen alcanzar el mismo nivel a mucho menos coste. Mientras algunos países estén a la cabeza, los restantes podrán seguirles, aunque falten en ellos las condiciones para un progreso espontáneo."

Si algo hay defendible en los nazionalismos españoles es, precisamente, la defensa de la autodeterminación y la crítica al parasitismo que fomenta la redistribución mediante ayudas y subvenciones. Centrémonos pues en su totalitario intento de imponer un modelo de estado-nación absolutamente irrespetuoso con el individuo y dejemos de hablar de la insolidaridad del nacionalismo. Explotemos ese afán por la autodeterminación llevándolo hasta el individualismo más extremo y mostremos la cara oscura e injusta de la distribución sea quien sea el partido que la dirija.

Si para defendernos del avance nazionalista tenemos que echar mano de la demagogia propia de nuestros enemigos no estaremos más que cavando nuestra propia tumba.