lunes, febrero 21, 2005

e-pucherazos

El OVE saca a la luz un contundente informe poniendo al aire las vergüenzas de la prueba de voto por Internet. Teniendo en cuenta que las medidas de seguridad tomadas serían insuficientes en un entorno aislado, sus pretensiones de desarrollar el experimento desde ordenadores domésticos a través de Internet son pura ciencia ficción.

Sin entrar en la chapucilla que han realizado para la ocasión, lo que más llama la atención es que haya tantos partidario de estos sistemas de votación. Como buen tecnófilo he de reconocer que la idea es atrayente, pero mi sentido común me hace desconfiar. Y es que las características propias del sistema de votación lo convierten en un auténtico peligro.

Razonamientos como el de Santiago no dejan de ser simplemente buenas intenciones. Y es que la comparación con el e-commerce no es demasiado realista. Para empezar existe fraude en el comercio electrónico, cosa diferente es que sea asumible desde un punto de vista económico y que pueda ser perseguido con relativo éxito. Las transacciones económicas dejan trazas visibles y por tanto el fraude (y los movimientos extraños en nuestra cuenta) puede ser detectados fácilmente. Pero el voto ha de ser anónimo y por tanto no hay forma de detectar una modificación del mismo.
Además los bancos y empresas de cobro por Internet pueden ser perjudicadas gravemente por la menor duda o perdida de confianza por parte de sus clientes. Pero esto, como bien ejemplariza Venezuela, no le sucede al gobierno.

La comparación con las pruebas matemáticas también esta fuera de lugar, ese tipo de pruebas pueden ser reproducidas por cualquiera y, de hecho, deben serlo para ser aceptadas por la comunidad. Por tanto cualquier irregularidad podría salir a la luz facilmente.

Y es que no se discute si el sistema es viable o no, que lo es, se discute su seguridad e integridad que, a todas luces, no son suficientes porque conviene recordar que estos sistemas suelen ser centralizados y por tanto el control del núcleo del sistema permite todo tipo de tropelías al no existir interventores intermedios ni permitirse auditorías a terceros y eso sin entrar a analizar las posibilidades que habría de burlar estos controles.

¿Confiarías en un sistema donde los interventores son designados únicamente por el gobierno y no hay posibilidad, por parte de observadores ajenos al poder, de verificar el proceso?

Yo tampoco.