Labor didáctica
Comentaba ayer mi compañero Narpo dos incoherencias relacionadas con la redistribución de la renta entre regiones. La primera, la de los nacionalismos de izquierdas (¿contradictio in termini?) que se oponen a ella. La segunda, los que se dicen liberales y la defienden.
Desde un punto de vista teórico, cualquier forma de redistribución de la renta es económicamente ineficiente. Desde un punto de vista práctico, creo que muchos liberales defenderían mantener cierto nivel de reparto.
No entraré ahora en el debate teórico, que por otra parte es muy interesante, porque me interesa más otra cosa: el punto de vista pragmático. Si vamos a la gente y lo primero que les decimos es “nosotros los liberales estamos en contra de la solidaridad ínter territorial y del reparto de la renta” lo que vamos a conseguir es rechazo.
Porque la gente, en general, no entiende de ideologías políticas. Este es campo para sociólogos, pero mi impresión es que la mayoría se fía de sus convicciones más básicas: no les gusta la violencia, y por eso están en contra de la guerra; creen que hay que respetar la naturaleza, y por eso les caen simpáticos los grupos ecologistas; se apiadan de los débiles, por eso les caen mejor los palestinos; creen en el diálogo y el buen talante, y por eso... mejor no lo digo.
Esto es una realidad que está ahí, y los liberales, como grupo, tenemos que tenerla en cuenta en nuestra acción política. No estoy sugiriendo que renunciemos a nuestros principios. Lo que digo es que tenemos que tenerlo en consideración.
Por un lado, debemos aprender a destacar nuestra cara más amable. Por otro lado, y esto es lo más importante, debemos esforzarnos en realizar una labor didáctica. El liberalismo tiene muy mala prensa. Lleva decenios sometido al acoso de la propaganda izquierdista. Todavía muchos se creen eso de que la izquierda defiende a los pobres y la derecha a los ricos. Y cambiar esto no va a ser nada fácil.
Posiblemente sería bueno abrir un debate interno sobre cómo y qué métodos son los mejores para desarrollar esta labor didáctica. Preguntarle a la gente qué entiende por liberalismo para descubrir cuales son los prejuicios más comunes. Creo que estos temas de orden pragmático deberían ocupar más espacio en nuestros debates.
3 Comentarios:-
narpo said...
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- 9:36 p. m.
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Anónimo said...
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- 9:48 p. m.
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Anónimo said...
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- 12:58 a. m.
Ese tipo de debates se suelen plantear en privado. Para no dar pistas al enemigo. ;D
Ya ves que no eres el único al que le sale la vena utilitarista :P
Creo que has expuesto un tema muy importante. Desde luego, como oí una vez decir a un destacado político español, ¿cómo no iba la gente a ser socialista si todos queremos mejorar a costa de los que están más arriba? Sería un buen debate para próximas reuniones: (cómo defender el liberalismo públicamente, sobre todo las caras "menos amables").
Es muy difícil convencer a una mayoría social de las ineficiencias de mercado de las subvenciones. Sobre todo cuando la gente las quiere, porque las necesita. ¿Qué hacer? De momento sólo se me ocurre potenciar una economía más eficiente y liberal que aumente el nivel de vida de mucha más gente para que la mentalidad redistribuidora se debilite. Pero ya te digo que la cosa es complicada. Ahora, la verdad teórica suele ser complicada de alcanzar en cualquier materia; cuesta mucho llegar a ella. Y cuando hablamos de política hay ue tener en cuenta que las bolsas de votos son importantes; y que éstos no se ponderan; y que la mayoría de la gente no va a perder el tiempo en divagar excesivamente; ni en hacer concesiones al liberalismo.
Creo que, en parte, se está haciendo o lo estais haciendo. Se trata de insistir por todos los medios (red liberal es de los mejores) en los tópicos propagandistas de la izquierda y desmontarlos. Especialmente, con palabras sencillas , explicar todas las falsedades que hay detrás de la propaganda habitual.
Eso que se llama pedagogía política consiste, a mi entender en subrayar la superioridad de una ideología liberal en tres planos: el moral, el plano de los principios; el socio-político, las ventajas de la libertad ejercida diariamente; y, el económico, señalando el progreso diario obtenido por el "feroz" capitalismo.
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