domingo, octubre 23, 2005

Zapatero, Carrillo y la madre que la parió

Os dejo un amplio extracto de la dominical Carta del Director de Pedro J., que viene muy a cuento de nuestro debate de anteayer.

Nunca un Gobierno en minoría había cambiado tan deprisa tantas cosas esenciales. Lejos aún del ecuador de la legislatura, en España los hombres se casan entre sí, los delitos son distintos según el sexo de quien los cometa, el número de inmigrantes se acerca en algunas zonas al 20% de la población, Polanco tiene aquello por lo que llevaba 15 años suspirando, Fidel Castro ha encontrado por primera vez en medio siglo un gobierno amigo en Europa occidental, Cataluña está a punto de autoproclamarse «nación», el Tribunal Supremo lleva camino de partirse en 17 trozos y ETA ensaya ya la liturgia de una negociación de tú a tú con el Estado. Caray, debe pensar Alfonso Guerra desde su recién estrenada melancolía de estadista, ¡y era yo el que decía en el 82 que a España no iba a reconocerla ni la madre que la parió!

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La «pasada por la izquierda» que no tuvo lugar entonces se está produciendo ahora prácticamente en todos los ámbitos de la vida española, a excepción de la economía. Con la boutade del «vuelva usted, señor González», Rajoy ha querido subrayar que aunque el felipismo incurrió en abusos terribles -el crimen de Estado y la corrupción- nunca alteró los aspectos sustanciales del pacto constitucional, tan oportunamente elogiado anteayer por el heredero de la Corona.

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De hecho lo esencial del empeño de Zapatero es tratar de sustituir el consenso de la transición por un orden nuevo del que de facto quede excluido el PP.

El más garrafal de sus errores está siendo referir el presente al peor de nuestros pasados -sólo alguien que tiene eso en el subconsciente puede autodefinirse hoy en día como «rojo»-, como si los debates de la España de hoy fueran la oportunidad de cambiar el desenlace de una tragedia que se desencadenó hace 70 años. Desde su propio discurso de investidura Zapatero ha estimulado ese revisionismo en el que jamás incurrió González. Hasta el extremo de que si a veces hay que decirle al PP que no siga empeñado en intentar ganar las elecciones del 2004, tampoco estaría de más advertirle al PSOE que ya nunca podrá ganar la Guerra Civil del 36.

Cada día es más patente cómo esa irresponsable obsesión por mirarlo todo a través del retrovisor enturbia nuestra convivencia. Nadie puede dedicar sino palabras de condena, repugnancia y desprecio a los estúpidos vándalos que tratan de contestar un acto académico con la violencia verbal y física, pero si se emprende el vía crucis de la «recuperación de la memoria», esta debe ser, como ha escrito el hispanista Bartolomé Bennassar, «total, inequívoca, fechada y llevada a cabo de manera metódica y rigurosa». Eso es lo que ha hecho, él mismo, en su libro El infierno fuimos nosotros, cuya lectura recomiendo como bálsamo frente a cualquier sectarismo.

Según Bennassar lo que sucedió en España fue el «enfrentamiento de dos voluntades de exterminio» y «en ambos bandos se traspasaban las fronteras de lo ignominioso al eliminar físicamente a miles de hombres y en menor grado de mujeres, cuyo pecado capital era su estatus social o su cargo». Los crímenes de los sublevados, que se prolongaron después durante el franquismo, fueron incontables y horripilantes. Pero otro tanto cabe decir de los cometidos en nombre de la República; y este ecuánime erudito de la universidad de Toulouse no deja de definir a Santiago Carrillo como uno de los «tétricos agentes del sistema». ¿Qué necesidad había de reabrir todas estas heridas con provocaciones como la de Peces Barba al hablar de «buenos» y «malos», nada menos que en el homenaje a alguien que, según demuestran los hechos, pudo ser repulsivamente «malo» y providencialmente «bueno» en etapas sucesivas de su dilatada vida?

3 Comentarios:

Anonymous Anónimo said...

Amado narpo, ¿dónde es posible leer las cartas de pedro j. on-line?

5:21 p. m.  
Blogger Zeitnot said...

No soy Narpo, pero para leer los artículos de opinión de El Mundo, incluidos los del director, hay que retratarse en la taquilla :(

5:28 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Interesantísima carta. Gracias por seleccionarla. Con leer la primera frase, nos hacemos una idea de los momentos por los que atraviesa España: "Nunca un Gobierno en minoría había cambiado tan deprisa tantas cosas esenciales".

9:58 p. m.  

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