Intimidad e Internet

Cada día que pasa la intimidad en Internet parece estar más en entredicho.

Por una parte está el spyware, donde podemos encontrar software relativamente inofensivo, el más habitual, capaz de informar de los sitios que visitamos con fines publicitarios o aplicaciones más perniciosas, capaces de rastrear nuestra información en busca de contraseñas y datos bancarios.

Por otro lado tenemos el espionaje a base de troyanos y otro malware, actividad que a día de hoy (y probablemente desde hace tiempo) hasta es de escandaloso uso corporativo. Este puede llegar a ser realmente peligroso ya que bien hecho la detección es extremadamente complicada y el compromiso de la información no sólo es total si no que puede, incluso, permitir acciones muy perjudiciales. Desde el espionaje industrial hasta la incriminación de alguien en un asunto de pornografía infantil pasando por las típicas chiquilladas, a veces muy desagradables, del lamer de turno.

Pero estos peligros, además, nos abren nuevos frentes en los que luchar. Y es que la gravedad de estos y otros asuntos podrían dar lugar a que los gobiernos (y no solo están interesados los grupos de presión de siempre) terminen metiendo la mano donde no deben. Y es que si bien para protegernos de los primeros peligros tenemos la ley y las herramientas de seguridad, una vez aprobada la intervención, mayor aún, del Estado no nos quedaría más defensa ante él que ser nosotros los delincuentes y yo, al menos, no tengo madera de héroe.