jueves, diciembre 23, 2004

Contra el monopolio de las ideas

Manel, de Hispalibertas, continúa su defensa de las patentes de software. Voy a intentar exponer, con toda la claridad posible para un iletrado de ciencias como yo, mi opinión sobre el tema de las patentes. Opinión completamente opuesta a la existencia de las mismas.

A la hora de defender las patentes se emplean, habitualmente, dos argumentos.
El primero, se refiere a las mismas como protección de las ideas o ingenios fruto del trabajo del hombre. De una forma muy randiana se intenta proteger el reconocido derecho del hombre a poseer, y beneficiarse de, el fruto de su trabajo.
El segundo argumento, más utilitarista, defiende las patentes como incentivo a la investigación y el desarrollo científico y tecnológico.

A lo largo de los próximos párrafos intentaré desmontar estos argumentos, desde una óptica liberal, tratando de probar que ni son éticos ni prácticos.

Los liberales siempre hemos defendido la propiedad privada. Es más, la consideramos uno de los pilares de la sociedad. Ahora bien, habrá que plantearse porque esto es así. Según las teorías iniciadas por Locke el hombre en naturaleza necesita apropiarse de los bienes en su entorno para subsistir y es por ello que la propiedad es necesaria para evitar conflictos
A la hora de hablar de las ideas esta cuestión no tiene lugar. Las ideas no pueden ser consumidas ni son bienes escasos por tanto la utilización de una idea por un tercero no impide al creador su uso. No puede haber conflicto ni menoscabo y por tanto no tiene sentido esta protección.
Es por ello que intelectuales de la talla de Hume, Hoppe o Rothbard están de acuerdo en no extender los derechos de propiedad sobre los bienes intangibles.

Por todo ello, en conclusión, resulta difícil considerar ética la utilización de la ley, no para defender la propiedad de un bien escaso, si no para generar una escasez de forma artificial y, en la medida en que depende de la decisión de un organismo burocrático, completamente arbitraria
Y es que, como ya argumentó Bouckaert, la protección de las ideas ha de provenir de los derechos individuales. Las obras literarias, por ejemplo, pueden ser protejidas facilmente mediante contratos o licencias en los que se fijen los términos y condiciones de venta o distribución.

El segundo punto, por su naturaleza, es más complicado de rebatir. Como siempre, recurriré a Hayek, quien afirma en “La fatal arrogancia” (1988) que “los estudios realizados al efecto no han logrado demostrar que los derechos de patente favorezcan la aparición de nuevos descubrimientos. Implican más bien una antieconómica concentración del esfuerzo investigador en problemas cuya solución es más bien obvia, al tiempo que favorecen el que el primero en resolver los problemas en cuestión, aunque sea por escaso margen, goce durante un largo período de tiempo del monopolio del uso de la correspondiente receta industrial.

En la actualidad, en un mundo de alta tecnología y globalización y ante el vertiginoso progreso científico y técnico no creo útil ni necesaria la existencia de patentes.
Es cierto que las patentes suponen un suculento premio que puede motivar la investigación, pero a su vez, suponen un serio peligro. Una empresa no puede comprometer sus recursos en una investigación que pueda ser llevada a cabo antes por un rival. ¿Como dedicar años a una tarea que, por haber sido resuelta con una semana de antelación por un rival, termina en un callejón sin salida en el que no puedes amortizar mínimamente la inversión?

Empresas e instituciones parecen haber comprendido que la colaboración es más rentable y eficaz. Prueba de ello es la cada vez más frecuente utilización de estándares o la creación de grandes consorcios dedicados a la investigación y al desarrollo. El premio, no es el monopolio que proporciona la patente, si no la aparición de un nuevo producto o mercado del que todos pueden beneficiarse. La inversión total e individual se reduce y los tiempos de desarrollo se aceleran.
Es más, las patentes no sólo dan lugar a modelos de investigación menos eficaces si no que en numerosas ocasiones pueden servir para bloquear el desarrollo de una innovación. Una vez desarrollado el invento y adquirido el monopolio el productor pierde el incentivo de mejorar su innovación pues la competencia desaparecería hasta que surgieran nuevas lineas sustitutivas.

El caso de las patentes de software, pese a la tradicional debilidad de este tipo de patentes, es más sangrante aún si cabe dada su naturaleza.
Los estudios y argumentos al respecto (I, II, III, IV, V...) parecen bastante contundentes.

6 Comentarios:

Anonymous Anónimo said...

Sería más adecuado, narpo, que centraras la discusión donde yo la pongo, si es que estamos polemizando. Y la pongo en el terreno jurídico, previo a cualquier consideración economicista, utilitarista o loqueseaista. Lo he preguntado por activa y por pasiva: ¿por qué es malo reconocer la propiedad intelectual del prójimo? ¿Cuál es el inconveniente ideológico o filosófico?

Manel

3:30 a. m.  
Blogger narpo said...

Aprovechaba la anterior polémica para exponer mi punto de vista sobre las patantes.
De todas formas, comentarte que no hay que dar motivos para quitar una ley, lo que hay que hacer, en todo caso, es justificar semejante intervención. Teniendo en cuenta, que el caso de las patentes es tremendamente liberticida y monopolístico, la justificación ha de ser muy muy sólida.
¿Consideras justificada la intervención en este caso?
Yo no. Y pondré un ejemplo que me parece claro.
Una persona trabaja duramente en una invención, tras años de duro trabajo ha terminado su objetivo. Cuando esta consiguiendo financiación para sacarlo al mercado descubre que algo, muy parecido, ya ha sido patentado. Los burócratas de la oficina de patentes consideran que no aporta suficiente innovación sobre la patente ya existente y no le permiten explotar su invento.
Es decir, que esta persona no solo no puede explotar libremente el fruto de sus años de trabajo (derecho al que tu recurres) si no que no puede emplear sus propios recursos de la forma que mejor le parece (clarísima violación de los derechos sobre su propiedad).
Es decir, esta persona podría comprar un local y montar un taller, pero nunca podría utilizarlo pues la ley (el monopolio de las ideas) no se lo permite. ¿Justificable? Yo creo que no.

10:18 a. m.  
Blogger El Salmantino said...

Hombre, las consideraciones jurídicas han de estar fundamentadas en aspectos éticos.

2:14 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Narpo: ¿acaso tu inventor no sabe que existen bases de datos con patentes, accesibles también en línea? ¿Es incapaz de consultarlas? Por lo demás, perdona que discrepe del lenguaje que empleas: la propiedad intelectual no implica tanto "fruto del trabajo" en el sentido materialista (la tierra para el que la trabaja) cuanto "fruto del talento" o "fruto de la suerte".

Roberto Suárez: En la yema, le has pegado en la yema. Esas consideraciones éticas son las que nadie ha querido plantearse todavía, arguyendo una retahila de razones economicistas y utilitaristas. Pero digo yo que no será tan difícil averiguar el motivo por el cual nadie quiere aceptar que el talento es equivalente a la hoz que siega. La víctima de esa pesquisa en las fronteras de la ética sería el igualitarismo y la colectivización que le es inherente. Jur, a ver si tengo un rato de tiempo y lo expongo in extenso.

2:28 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Narpo, el problema de basar argumentaciones en cuentos no conduce a nada, porque naturalmente el escenario que construyes encaja con lo que quieres decir.

Pero claro, se puede retomar tu propio cuento y explicarlo algo distinto. Para que veas:

Una persona trabaja duramente en una invención, tras años de duro trabajo ha terminado su objetivo. Cuando esta consiguiendo financiación para sacarlo al mercado descubre que algo, muy parecido, está siendo comercializado por una gran empresa con muchos medios, precisamente aquella empresa a la que había enseñado la invención para saber si les iba a interesar fabricarlo y/o comercializarlo. Naturalmente le habían dicho que no les interesaba; sabían que, averiguado el truco por lo que les explicó el inventor incauto, podían hacerlo ellos solitos sin pagar a nadie de fuera.

Y entonces el inventor dice: "ay, si hubiese podido patentar la idea, estos tíos no se podrían haber aprovechado de todo ese trabajo mío durante tantos años!"

¿lo ves, narpo?

Por otra parte, como te dice alguien antes, ese ejemplo que tú has puesto no sería el de un pobre apisonado por una patente, sino un incompetente que no habría consultado las bases de datos gratuitas y públicas en la oficina de patentes para ver si lo que él está considerando como novedoso resulta que alguien ya lo ha patentado. Haberlo hecho.

4:18 p. m.  
Blogger narpo said...

Evidentemente, la patente puede tener, simplemente, un mes. El inventor cuando comenzó su trabajo no podía saber por ningún medio que alguien tambien estaba realizando esa labor.
Respecto a que te "roben" la idea, es facil, muestras un esbozo y si quieren más información les ligas con un precontrato. De todas formas, el conocimiento y experiencia adquirida sigue siendo suyo y no creo que el "inventor" tenga problemas en encontrar un buen puesto tras su éxito.

8:44 p. m.  

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